Michel Mouffe explora los fundamentos de la pintura desafiando sus límites. Sus obras se construyen a partir de muchas capas finas de pintura y esmalte, creando capas translúcidas que se velan unas a otras. Mientras tanto, se aleja de la planitud de la superficie aplicando sutiles protuberancias que emergen de detrás del lienzo, o doblando la obra y añadiendo un relieve suave y ondulado, de modo que ronda la fina línea que separa la pintura de la escultura. Al marcar el espacio y superar la bidimensionalidad del lienzo, sus obras dan lugar a una experiencia de relaciones espaciales. La batalla entre la línea y el color se ha dejado de lado para que ambos elementos puedan trabajar mano a mano.

El color en los cuadros de Mouffe es sutil y significativo: requiere una mirada ralentizada para poder ver las vibraciones de la superficie de color gradual. Líneas, protuberancias y ondulaciones rompen las superficies monocromas como herramientas que se abren, y liberan así los cuadros para dar expresión visual a las visiones abstractas y los ideales de la artista. Sus obras transmiten sensualidad y pensamiento, invitando al espectador a entablar un diálogo psico-corporal mutuamente constructivo, al tiempo que abordan el espacio ilimitado del cuadro con todos los sentidos básicos del espectador.