Tessa
Perutz
Las obras de Tessa Perutz funcionan como paisajes psicológicos, recorriendo los campos y valles de la tierra, así como la mente interior. Sus obras son un testimonio de la exploración espontánea: con anécdotas, apuntes apresurados y reflexiones existenciales, la obra de Perutz está formada por procesos de conceptualización e intuición, que se entrelazan e informan orgánicamente. Recientemente ha dado un giro hacia la exploración del propio cuerpo como paisaje, representando la curvatura humana como espejo de los picos y valles naturales de la tierra. Pero en lugar de la figura femenina, tan a menudo representada en la historia del arte por artistas masculinos, la mirada se desplaza hacia la forma masculina. Se trata de una contribución femenina al reajuste de las trayectorias históricas masculinas.