A primera vista la obra de Raúl Díaz Reyes destaca por una visualidad minimalista, matizada con notas de onirismo y metafísica. Pero su foco es la exploración del lenguaje en tanto objeto cultural concreto. Ello conecta su trabajo con la tradición del Conceptual Art. El imaginario visual de Raúl es el resultado de sus continuas exploraciones en los campos de la estética y la semiótica contemporáneas: la historia del arte, la abstracción, el comic, el cine, la arquitectura y el diseño; el paisajismo, la poesía, la geometría, la música, incluso, la arqueología. Su punto de partida es alterar y fusionar códigos correspondientes al sonido, a la imagen y a la palabra, y crear un signo híbrido que permita ensayar una suerte de trans-lenguaje. Este enfoque, esencialmente sinestésico, busca una nueva materialidad y/o arquitectura para la memoria humana.

Sus signos son, a la misma vez que un hecho artístico, un hecho lingüístico, un accidente gráfico y un instrumento de mística intelectual. No hay en su proceder rastro alguno de dicotomía: la naturaleza, la cultura; el texto, la imagen; la poesía, la pintura; el logos y el ícono se fusionan generando así un cuerpo que tiene la forma imprecisa de un tótem primitivo, un libro abierto o un artefacto.