Mirjam
Vreeswijk
Las pinturas de Mirjam Vreeswijk (n. Gorinchem, Países Bajos, 1997) contienen un campo de tensión característico. Son hermosas y repulsivas, oscuras y alegres, grandiosas y decorativas al mismo tiempo. Estructuras intangibles de fenómenos naturales como cascadas, lagos, flujos de lava y explosiones se vuelven tangibles y ornamentales al tomar la forma de rosas o estar unidas por un lazo. Al hacerlo, crea una atmósfera melancólica, inquietante y espeluznante y, sin embargo, maravillosa y encantadora.
Su forma intuitiva o subconsciente de trabajar le da a las pinturas un aire surrealista. Diferentes realidades se entrelazan, y así el trabajo invita a su propia interpretación. Crea la sensación de un sueño febril, en el que las imágenes y los significados se fusionan. Juega con lo que es real o una ilusión, lo que tiene profundidad o es realmente plano. Su trabajo muestra un constante proceso de revelación y ocultación. Lo reconocible y lo extraño, lo manejable y lo improbable alternan constantemente. La intención es que el espectador pierda su agarre. La recompensa por soltarlo es el deseo, la libertad, el escapismo, las posibilidades ilimitadas y una nueva realidad.
Su trabajo surge de collages, objetos o imágenes que le llaman la atención. Por ejemplo, cintas brillantes, cartón, telas e imágenes de libros de trabajo decorativos de los años 80. A partir de este archivo de materiales, construye intuitivamente composiciones, primero en maquetas, luego en el lienzo. Paso a paso, observa lo que necesita la obra para finalmente lograr la composición perfecta y las estructuras de pintura. A través de esta forma de trabajar, el trabajo toca elementos de fotografía de productos, naturalezas muertas y pintura de paisajes.