Martin

Kačmarek

Mezclando secciones de acrílico y óleo con aerógrafo, Martin Kacmarek ha encontrado una forma de retratar a personas que rara vez tienen en cuenta su aspecto visual, transmitiendo más su actitud de "es lo que hay" que su complexión o sus rasgos reales. Situados lejos de las luces brillantes de la vida urbana moderna, estos personajes están acompañados por sus mascotas o por sus herramientas y armas de confianza y siguen sus rutinas diarias. Tanto si se les pilla en mitad del trabajo como en un descanso, se sienten hechos y cansados, pero se mantienen firmes y orgullosos, evocando la sensación de "no es gran cosa, pero es un trabajo honrado". Bajo esa luz, incluso una cita romántica se convierte en una especie de contratiempo, condicionando la torpeza y la falta de aptitud que se filtra en la postura y el atuendo elegido para la ocasión. Y hablando de luz, los escenarios son casi exclusivamente turbios en los exteriores, con el sol fuera de escena, cubierto por espesas nubes o árboles estériles. Al final, el único momento en el que el sol aparece en el horizonte, es cuando hace estallar su calor cósmico sobre la piel desnuda de estos dones rurales.

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