El cuerpo de trabajo de José María Yturralde incluye múltiples técnicas y medios, como láseres, holografía, motores, computadoras, madera, plástico y muchos más. Lo que él representa está inmanentemente arraigado en formas geométricas, en conceptos matemáticos subyacentes, que sirven como herramientas para comprender la forma, estructura y composición de la constitución mundana.

A través de su obra, aborda preguntas fundamentales que no esperan ser respondidas, sino examinadas conscientemente a través de los medios del arte. Estas son preguntas cuyo alcance escapa a la comprensión humana, y sin embargo, nunca pierden su atracción. Son preguntas que plantean más enigmas cuanto más uno lidia con ellas y que están rodeadas por un misterio de pluralidad que hace que la univocidad sea imposible.

Yturralde aborda nada menos que el espacio, el tiempo, el infinito y más allá, entre el vacío y la totalidad, el vacío y la totalidad, sin pretender mapearlos o ilustrarlos, sino más bien reflexionar y explorar a través de resonancias emocionales creadas al enfrentarse a sus intrínsecos misterios no resueltos.

El arte como conocimiento sensorial puede iluminar fuerzas naturales como la gravedad, la energía, el entrelazamiento cuántico o la evolución continua de la conciencia humana, y así trascender el infinito.